Marisol de la Fuente, la sommelier, periodista y autora del libro “Te cuento el vino” (Grijalbo), escribió para GENTE una columna que derriba cinco mitos que todos escuchamos alguna vez.
Cuando hablamos de vinos los mitos están a la orden del día. Están los que se repiten de generación en generación, los que tienen que ver con las formas de consumo y aquellos que se refieren a las tendencias del mercado. Hoy te cuento algunos de los más habituales y te explico por qué son mitos.
"Los vinos blancos dan dolor de cabeza"
Esta idea proviene de los tiempos en que era necesario añadir grandes cantidades de anhídrido sulfuroso al vino durante su proceso de elaboración; esto se hacía para evitar que se oxidara o que siguiera fermentando en la botella.
Hoy, esta sustancia se usa de forma mucho más controlada en todos los vinos (blancos, tintos y rosados), porque las uvas llegan sanas y enteras a las bodegas y por lo tanto su papel bactericida es menos necesario. Además se trata de una sustancia controlada. Excepcionalmente, algunas personas pueden tener alergia a los sulfitos (ese es el otro nombre con que se los conoce), por lo que sufrirán más sus efectos.
Lo que ocurre habitualmente es que, al ser más ligero, el vino blanco se consume en mayor cantidad sin intercalar con agua y, desde luego, impacta en nuestro organismo. Con esto voy a que lo que hace mal no son los sulfitos, sino el beber mucho alcohol en poco tiempo.
Esta semana, la experta en vinos y bebidas Marisol de la Fuente escribió para GENTE. Habitualmente realiza columnas en radio y televisión.
"Los vinos de supermercados son más baratos porque son malos"
En los supermercados vas a encontrar vinos que se producen en grandes volúmenes, pero también otras gamas de las mismas bodegas que, al tener acuerdos con las cadenas, pueden vender varias líneas de su portfolio de productos en estos puntos de ventas.
Es poco habitual que los productos de una bodega más pequeña o exclusiva estén en una gran superficie, simplemente porque su volumen no alcanza a abastecer las necesidades comerciales del minorista.
Acordate: no hay vinos ni buenos ni malos en un país vitivinícola; lo que hay son diferentes estilos.
Actualmente Argentina exporta vino a 127 países, siendo Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Brasil y Países Bajos los mayores importadores.
"Si la botella es más pesada y tiene la picada (base) más profunda, el vino es mejor"
Las características de la botella no son garantía del tipo de contenido. Al igual que en otras industrias, el packaging es un componente más del marketing. Puede que haga honor al vino que promueve o puede que no tanto.
Sin embargo, este mito nace de una realidad: los mejores vinos de una bodega suelen venderse en botellas gruesas y pesadas para dar una sensación de “más calidad”; como consecuencia, al ser más pesada la botella precisa de una base más gruesa y profunda para ser más estable.
También es real que un vino que está pensado para evolucionar en botella estará mejor conservado en una botella oscura y más gruesa. No obstante, dado que estas botellas son más costosas, difíciles de trasladar y muy poco amigables con el medio ambiente, cada vez vemos más vinos de alta gama en botellas sencillas y livianas, aptas para la evolución del vino gracias a las nuevas tecnologías. No te olvides que lo que importa está en el interior. "Las copas en las que tomamos el vino siempre deben ser transparentes, porque el color del vino nos dice mucho", recomienda de la Fuente.
"Los vinos se consumen a temperatura ambiente"
¿El ambiente de quién? Esta afirmación viene de la época en la que las botellas se guardaban en el sótano de la casa, a oscuras y con una temperatura naturalmente fresca, lo mismo que sucede en la cava subterránea de una bodega.
Mi recomendación es que te guíes por las temperaturas sugeridas de consumo que detallo en mi libro “Te cuento el vino”. Son las siguientes: espumantes, de 6 a 10 °C; blancos jóvenes, de 7 a 10 °C; vinos dulces, de 6 a 8 °C; blancos de guarda, de 10 a 13 °C; rosados, de 10 a 14 °C; tintos jóvenes, de 13 a 16 °C; tintos de guarda, de 15 a 18 °C; fortificados, de 18 a 20 °C.
"El vino más caro es el mejor"
El precio de un vino tiene que ver con su elaboración, su volumen, sus procesos, su marca, su historia y su comunicación.
Desde luego, el precio puede influir en nuestra percepción porque nos sugestionamos creyendo que caro es mejor. Sin embargo, el precio es sólo una variable más y la calidad terminará siendo establecida más bien por nuestro paladar.
No voy a negar que los procesos no son iguales en un vino de volumen que en el ícono de una bodega, ¿pero esto significa que nos va a gustar más? No necesariamente.
El 24 de noviembre de 2010 se firmó el decreto que declaró al vino como "bebida nacional de la Argentina", razón por la cual en esa fecha se celebra el "Día del vino argentino".
Fotos: Gentileza PR Comunicaciones y Pexels
Agradecemos a Florencia Perez Roldan y Editorial Penguin Random House
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